AL FINAL DE LA JORNADA AQUÉL QUE SE SALVA SABE Y EL QUE NO NO SABE NADA

¿ DÓNDE ESTÁ LA RANA EN LA PORTADA DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA?

El dicho que encabeza el tema es un tema que por si mismo da materia para pensar, no pocos se han dejado influir por el mismo y ha cambiado sus vidas, y más si le añadimos las dos estrofas siguientes:

UNIVERSIDAD DE SALAMANCA PORTADA

La ciencia más acabada
es que el hombre en gracia acabe,
pues al fin de la jornada,
aquél que se salva, sabe,
y el que no, no sabe nada.

En esta vida emprestada,
do bien obrar es la llave,
aquel que se salva sabe;
el otro no sabe nada.

La imagen y las preguntas que la acompañan nos encaminan hacia los derroteros que hemos de seguir : ¿ Qué es la Salvación de Dios ? ¿ Cómo obtenerla ? Los treinta textos de la Sagrada Escritura que ponemos a continuación responden sobradamente las preguntas, pero si han de cumplir su objetivo hay que leerlos despacio y mejor si se sitúan en su contexto.

LOS TEXTOS

Y dará luz un hijo , y le pondrá por nombre  JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1:21).

Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la encuentran (Mt 7:13-14).

Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que resista hasta el fin será salvado (Mt 10:22).

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a redimir a su pueblo. Nos ha levantado un poderoso Salvador en la casa de David, su siervo (Lc 1:68-69).

El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea, será condenado (Mr 16:16).

NACIMIENTO DE JESÚS.

Pero el ángel les dijo: No teman, que les traigo una buena noticia, que será para todo el pueblo motivo de mucha alegría. Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Hallarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre (Lc 2:10-12).

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lc 19:10).

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3:17).

Yo soy la puerta; el que por mí entra, será salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos (Jn 10:9).

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Jn 14:6).

Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo (Hch 2:21).

En ningún otro hay salvación, porque no se ha dado a la humanidad ningún otro nombre bajo el cielo mediante el cual podamos alcanzar la salvación (Hch 4:12).

Cree en el Señor Jesucristo, y se salvarán tú y tu familia (Hch 16:31).

Ésa es la orden que el Señor nos dio, cuando dijo: “Te he puesto como luz para las naciones, para que lleves salvación hasta los confines de la tierra” (Hch 13:47).

No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: en primer lugar, para los judíos, y también para los que no lo son (Ro 1:16).

Es difícil que alguien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios muestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Ro 5:7-8)

Porque, si cuando éramos enemigos de Dios fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, mucho más ahora, que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida (Ro 5:10).

Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvación (Ro 10:9-10).

Porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo (Ro 10:13).

El mensaje de la cruz es ciertamente una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, es decir, para nosotros, es poder de Dios (1 Co 1:18).

La gracia de  Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no obra vuestra, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie (Ef 2:8-9).

Quien nos salvó y nos llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos (2 Ti 1:9).

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para la salvación de todos los hombres, y nos enseña que debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y vivir en esta época de manera sobria, justa y piadosa (Tito 2:11-12).

Nos salvó, y no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo (Tito 3:5).

Por eso, también puede salvar para siempre a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos (Heb 7:25).

Por eso, también puede salvar para siempre a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive para interceder por ellos (Heb 7:25).

Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; pero aparecerá por segunda vez, ya sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan.(Heb 9:28).

Vosotros  amáis a Jesucristo sin haberlo visto, y creéis en él aunque ahora no lo veis, y os alegráis en él  con un gozo inefable y transfigurado,  alcanzando  así la meta de vuestra  fe, que es la salvación (1 Pe 1:8-9).

Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo (1 Jn 4:14).

Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo (1 Jn 4:14).

Después de esto, oí en el cielo la potente voz de una gran multitud que decía: ¡Aleluya! La salvación, la honra, la gloria y el poder son de nuestro Dios (Ap 19:1).

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