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LA SANTIDAD
La tradición ha recogido en palabra Santidad lo más valioso de la experiencia cristiana. Sea por influjo de la cultura o por intuición personal de cada uno, santidad es la expresión de plenitud. Cuando el cristiano deja a su espíritu idear libremente una existencia llena de adoración, de servicio y de autenticidad personal, piensa en términos de santidad.
JESÚS DE NAZARET
En ella culmina el encuentro entre los varios actores del drama espiritual; Cristo es el centro de todo y la síntesis en la que está implícita la , Iglesia, hombre, mundo. Cada uno de por sí y la relación entre todos alcanzan la máxima expansión. Da nombre a la Iglesia, que es no solamente Iglesia santa como un rasgo más entre otros muchos, sino Iglesia de la santidad como característica decisiva
La santidad ha sufrido cambios en el modo de realizarse y sobre todo en la imagen que de ella se han hecho los creyentes. Es una palabra-ideal que atraviesa varias fases en la historia. Sobriedad y realismo divino en la presentación bíblica. Esponjosidad creciente, heroísmo, mortificación, en la Edad Media. Desinterés y menosprecio en época más reciente. Recuperación rápida en nuestros días, con fundamento bíblico y adherencia a la vida. A muchos les pareció que santidad resultaba noción estática, irreal, más indicada para fomentar la megalomanía, que para responder a las exigencias de la historia y de la propia capacidad. Querían acabar con los santos y con la santidad, como si se tratara de un detalle folclorístico en la vida de la Iglesia: menos aureolas e ir directamente a lo real. En el reciente concilio, Vaticano II vuelve a ser eje de toda la reflexión y del dinamismo espirituales. Ha recuperado sus dimensiones propias, superando el moralismo y la elasticidad que la tenían anquilosada. Para responder a las esperanzas y cumplir su función en las nuevas dimensiones, la santidad ha tenido que cambiar los acentos, ensanchar la noción, meterse de lleno en el misterio cristiano y en la realidad de la historia humana.
Desde el misterio de Dios es como mejor se define, en toda su complejidad y polivalencia: Ser de Dios, manifestación de Dios, don divino a la Iglesia, transformación íntima de la persona creyente. La salvación se desarrolla en un clima de santidad; personas, obras, medios, todo lleva ese rasgo distintivo de su pertenencia al misterio. Es santo todo aquello que Dios toca o a Él conduce.
SU UNIVERSALIDAD.
El término «santidad» es aplicado constantemente por la Escritura, la teología, la liturgia, la espiritualidad, a toda clase de personas y cosas. De este modo se ponen de manifiesto su validez y universalidad. Entre sus múltiples aplicaciones se cuentan: santidad de Dios, de la humanidad de Cristo, de la Iglesia, del cristiano, lugares santos, libros santos…
DIOS ES LA FUENTE
Hay que mantener unidas a toda costa las varias aplicaciones. Se esclarecen mutuamente y juntas dan el significado real de la santidad cristiana: resplandor de vida que sigue al misterio divino en todas sus manifestaciones. Definidas cada una por su parte, sufren desintegración y caen en la ambigüedad. La santidad de Dios resulta abstracta, la de la Iglesia reduce a argumento apologético, la del cristiano queda en esfuerzo individual por conseguir la perfección. Para unificar la visión, el mejor camino es acertar con su origen y seguirle la trayectoria, pues se trata de una realidad esencialmente dinámica. La fuente es Dios, en su ser y obrar. Queda consignado en la Escritura, que se convierte en fuente de experiencia y de doctrina. Personas, hechos, palabras, cosas, van siendo incorporadas libremente por Dios a su vivir y obrar, con lo que se expande progresivamente el campo de la santidad.
SANTIFICACIÓN ES: La obra del Espíritu Santo en la Iglesia, en virtud de la cual el hombre, en todas las dimensiones de su existencia, se renueva y se hace reflejo e instrumento dócil de la Voluntad Divina para su obra de salvación en el mundo. Proceso lento y vital que solamente al final de los tiempos alcanzará su plenitud.
El Concilio Vaticano II.- El punto de partida fueron los hechos o datos de la experiencia actual. La importancia del laicado, la acción católica, la espiritualidad conyugal, el ecumenismo, la apertura al mundo, la sensibilidad pastoral en general, han contribuido a renovar la fisonomía de la santidad. No se insiste bastante en la santidad de la Iglesia en cuanto comunidad, se restringe a los religiosos con escasa atención a los demás estados de vida.
LA INHABITACIÓN.
La santidad es un don personal de Dios, comunicación permanente de Dios Trino en fe y amor. Interiormente presente al hombre, se hace vida del hombre. Queda santificado hasta el cuerpo, no por un gesto ocasional que le marcara, sino por la inhabitación del Espíritu, que lo convierte tal y como es, cuerpo y espíritu, en morada permanente y base de su irradiación en el mundo (Cor 6,19). Es un don para irradiar, difundir, contagiar a toda la humanidad. La santidad es un ministerio, una misión.
EL ESPÍRITU
El Espíritu transforma y santifica a una persona, a una comunidad, para hacerlas instrumentos adecuados que lleven a cabo su obra de salvación en el mundo. Lo SANTO en el lenguaje Bíblico designa una realidad compleja que toca el misterio de Dios, el culto y la moral, englobado y sobrepasando las nociones de sacro y puro. La noción Bíblica se refiere a la fuente de la santidad, a su comunicación a los hombres por la participación del Espíritu, y en el hombre a su irradiación vital ética. Incluyendo la separación de lo profano, la pertenencia a Dios sobre todo por la participación de su santidad, y la resonancia moral en el hombre.( CF. Obra de Jesús Ruiz Salvador)
QUIZÁS TAMBIÉN LE INTERESE DEL BOLG: AL FINAL DE LA JORNADA AQUÉL QUE SE SALVA SABE Y EL QUE NO NO SABE NADA.
sanchoamigo.