LA SALVACIÓN NECESARIA
En el tema anterior se habló de una frase acuñada sobre la salvación que decía: » al final de la jornada aquél que se salva sabe y el que no no sabe nada.». en el tema de hoy queremos ahondar en la naturaleza de esta salvación, ¿ de que salvación se habla? .La palabra salvación es una `palabra de origen latino; salvatio onis, de la tercera declinación
LA SALVACION DE DIOS.
El verbo griego que utiliza el NT,º de los LXX es sōdsō, «salvar», los sustantivos de la misma raíz, sōter, «salvador», y soteria «salvación», y el adjetivo sōtērios, todos absorbieron el significado hebreo yásá por medio de la Biblia de la traducción de los LXX, la que amplió y modificó en cierta medida la idea clásica. En el griego clásico, sōdsō significa hacer sano, sanar, salvar, preservar, y, en cuanto a personas, salvar de la muerte o mantener con vida en contraste a apollumi (= perecer) o apozneskō (= morir). Estos actos salvíficos a veces eran realizados por dioses, y el participio se usó algunas veces como sustantivo como nombre de los dioses (Cf. Deiss. LAE, p. 179; LSJ, p. 1748, Vol. II para otros usos especiales). De los 473 usos de sōdsō y de sus cognados que encontramos en la LXX (HR), 278 traducen el hebreo yāšaʿ y sus afines, así que es esta raíz la que aporta su significado básico en la LXX. La idea central de yāšaʿ es liberar de aquello que restringe y ata. La palabra hebrea hifil significa librar, salvar, liberar, salvar de problemas morales, dar la victoria, mientras que la palabra nifal comunica los mismos significados pero con voz pasiva. as del verbo . De los otros usos de sōdsō, 68 son traducciones de šālôm, «paz», «calidad de entero», y sus afines. No obstante, en 55 de estos casos se trata de la palabra sōtēriōs, la cual traduce el hebreo šelem, que quiere decir «una ofrenda por una liberación que viene como resultado del pacto» y que aparece en el Pentateuco. Esto sólo nos deja con 13 casos restantes, y hay otras raíces que se traducen más frecuentemente o tan frecuentemente por sōdsō y sus afines que selem . La mayoría de los usos de sōdsō en la LXX significan liberación, escape, salvación, y se puede decir que sesenta a setenta por ciento de estos relacionan la liberación con Jahvé, lo que nos permite concluir que la palabra española salvación relacionada con la griega sòdsò y la hebrea yásá que utiliza la traducción de los LXX habla de un tipo de salvación proveniente de Dios.
EL PECADO Y SUS CLASES
La salvación, o liberación que procede de Dios es, en primer término, liberación del pecado. El pecado según el catolicismo es toda acción que supone una ofensa a Dios. La ofensa puede ser grave o leve , el pecado grave o mortal es la violación con pleno conocimiento y deliberado consentimiento de los mandamientos de Dios en una materia grave. el pecado leve o venial es esa misma transgresión en materia leve , todo pecado según la Sagrada Escritura es un acto de desobediencia a Dios y como base última un acto de desamor.
EFECTOS DEL PECADO GRAVE
Los pecados tienen sus efectos. El pecado mortal separa al hombre de Dios, y lo deja, si es cristiano, como un miembro muerto del Cuerpo místico de Cristo, como un sarmiento de la Vid que está muerto, sin vida y sin fruto; lo desnuda del hábito resplandeciente de la gracia, y profana el Templo vivo de Dios. Por él se pierden todos los méritos adquiridos por las buenas obras –aunque la vuelta a la gracia puede hacerlos revivir (STh 111,89,5)–. El pecador, sujeto a Satanás, se hace por el pecado mortal merecedor de la condenación eterna. «Cayó la corona de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, que pecamos!» (Lam 5,16)…El pecado aniquila de algún modo la persona humana, al separarla de Dios, al desfigurar en ella la imagen de Dios. Los hombres por el pecado «sirvieron a las criaturas en lugar de al Creador, que es bendito por los siglos» (Rm 1,25), y de ahí vinieron sobre él todos los males que les aplastan (1,25-33). El pecador, por su pecado, dice San Agustín, «se aparta de Dios, que es la luz verdadera, y se vuelve ciego. Todavía no siente la pena, pero ya la lleva consigo» (Sermón 117,5). «¿Te parece pequeña esta pena? ¿Es cosa baladí el endurecimiento del corazón y la ceguera del entendimiento » (In Psalmos 57,18). «Como el cuerpo muere cuando le falta el alma, así el alma muere cuando pierde a Dios. Y hay una diferencia: la muerte del cuerpo sucede necesariamente; pero la del alma es voluntaria» (In Ioannis 41,9-12; cf. Rm 7,24-25).
Efectos del pecado venial
El pecado venial, debilita la caridad, entraña un afecto desordenado a bienes creados, impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral, merece penas temporales, el pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal.No obstante, el pecado venial no nos hace contrarios a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es humanamente reparable con la gracia de Dios. No priva de la gracia santificante, de la amistad de Dios, de la caridad, ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna» (Catecismo, n. 1863).
LA LIBERACIÓN DEL PECADO.
Si hablamos de la liberación del pecado mortal, digamos que el pecador se libera del mismo por la aceptación de Dios del arrepentimiento del hombre, este arrepentimiento está promovido por la acción de la gracia actual de Dios y puede plasmarse en un acto de amor pleno por parte del hombre, un acto de contrición por el que Dios es amado sobre todas las cosas o por la recepción del sacramento del perdón, es decir por una buena confesión, una confesión esta bien hecha si tiene estas condiciones: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. El sacramento del bautismo perdona igualmente todos los pecados, desde el pecado original , hasta el más pequeño pecado venial. El perdón del pecado mortal nos devuelve la amistad con Dios, la gracia santificante por la que el hombre se vuelve justo, los méritos obtenidos antes de la comisión del pecado, el perdón de la culpa y pena eterna. En determinadas circunstancias la confesión nos perdona la pena temporal merecida por el pecado, a través del cumplimiento de la penitencia impuesta por el confesor, por las indulgencias, por los sufrimientos del paciente unidos a los sufrimientos de Jesús en la cruz. La eficacia perdonadora del sacramento de la penitencia nace de la acción de Cristo que le concede tal valor.
LIBERACIÓN DEL PECADO VENIAL.
Aunque el pecado venial no sea de suyo el objeto del sacramento de la confesión, se perdonan si el penitente se confiesa de los mismos, pero además, decía el catecismo de Ripalda: el pecado venial se perdona por una de estas nueve cosas, por oír misa con devoción, por comulgar dignamente, por oír la palabra de Dios, por agua bendita, pan bendito, golpes de pecho todo esto dicho y hecho con devoción.
LIBERACIÓN DE LA MUERTE ETERNA y LOGRO DE LA VIDA ETERNA.
«Un maestro de la ley preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?» Él le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo». Y Jesús le dijo: «Has respondido exactamente; obra así y alcanzarás la vida».
EL BUEN SAMARITANO
Pero el doctor de la ley, para justificarse, le hizo esta pregunta: «¿Quién es mi prójimo?» Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de los bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó adonde estaba el herido, y al verlo le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino. Luego lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas, se las dio al dueño de la posada y le dijo: «Cuida de él, y lo que gastes de más, yo te lo pagaré a mi vuelta». ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?» Él contestó: «El que practicó la misericordia con él». Y Jesús le dijo: «Anda, y haz tú lo mismo»» (Lc. 10, 25-37).
¿ QUÉ HACER PARA ALCANZAR LA VIDA ETERNA ?
La vida es el máximo y único bien que deseamos conservar por encima del cualquier otro y para siempre. Ahí está el motivo de la pregunta del maestro de la Ley a Jesús. ¿Qué hacer para alcanzar la vida eterna? Y el Maestro le dice la verdad, sin rodeos, que lo conseguirá amando a Dios por encima de todo y al prójimo como a sí mismo.
AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS
Es de justicia amar a Dios sobre todas las cosas, porque de Él las recibimos y Él nos la conserva todas, junto con el valor máximo: la vida. La primera expresión del amor a Dios es agradecerle, con la palabra y con la vida, sus innumerables beneficios. Constituye una tremenda injusticia y fatal ingratitud amar los dones de Dios más que al Dios de los dones. Además de ser idolatría, que es tan frecuente entre los que se tienen por creyentes en Dios. Vale la pena preguntarse con sinceridad y valentía: ¿Soy yo un idólatra?
EL AGRADECIMIENTO.
La gratitud es expresión más genuina del amor a Dios, y además es la condición para que Dios nos conserve y multiplique sus dones. Si quieres recibir, agradece y pide.Por otra parte el amor al prójimo como a sí mismo es inseparable del amor a Dios, porque el prójimo es mi hermano al ser hijo del mismo Padre, que lo ama como a mí. No podemos no amar a quien Dios ama.Jesús perfeccionará este mandamiento con el ‘nuevo mandamiento’: “Ámense unos a otros como yo los amo” (Jn. 15, 12); es decir, hasta dar la vida por quienes se ama, pues “nadie ama tanto como el que da la vida por los que ama” (Jn. 15, 13), como hizo Jesús.
SALVANDO LA VIDA.
Solo salva la vida quien la entrega por amor. Puesto que de todas maneras tenemos que darla, démosla por amor. Vivir la vida con egoísmo, es perderla para siempre. El máximo acto de amor al prójimo consiste en ayudarle a conseguir la vida eterna, que es el máximo don de Dios, como Jesús nos da a entender: “¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo, si al final se pierde a sí mismo?” (Mt. 16, 26). Pero este acto de amor salvífico debe reflejarse en gestos concretos de amor al necesitado.
VENID BENDITOS DE MI PADRE.
Con la parábola del buen samaritano, Jesús confirma su enseñanza sobre lo esencial de la vida cristiana: solamente podemos llegar a Dios y eternizar en él nuestra vida, si atendemos al prójimo necesitado, pues en él está Dios dándonos la oportunidad de ser los portadores de su compasión y de su amor universal.“Vengan, benditos de mi Padre a poseer el reino preparado para ustedes, pues tuve hambre, sed, estaba desnudo, enfermo, encarcelado, y ustedes me socorrieron” (Mt. 25, 34). ¿Con quiénes hago de samaritano?
sanchoamigo.