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LA VIRGEN DE GUADALUPE Y EL MISTERIO DE SUS OJOS.

Continuamos con una nueva subcategoría dentro de la CATEGORÍA en la que venimos ocupándonos de  algunos de los hechos prodigiosos que a través de la historia de la religión cristiana han ocurrido en su vida.

 INTRODUCCIÓN.

  Creo que no es inoportuno advertir aquí, como podíamos haberlo hecho en los anteriores temas, de que la existencia de tales hechos no debían ser considerados como fenómenos excepcionales, sino más bien como algo derivado del dato aceptado de la existencia de Dios.

            El problema central de las creencias religiosas, de todas las religiones, es  el de la existencia de Dios, si se prueba que Dios existe, entendiendo por tal la existencia de una santidad augusta, absolutamente otra, realidad trascendente, principio y origen de todo lo existente, presente en el universo a través de su acción poderosa etc  todo lo demás es posible, si existe Dios todo es posible, y si todo es posible, todo es creíble  para el ser humano, con tal de que tal creencia se ajuste a las capacidades cognoscitivas humanas teniendo en si la racionalidad suficiente como para fundamentar el acto de la fe.

            Es más, la existencia de hechos a través de los cuales Dios se hiciera presente  habría que considerarla a priori como necesaria, pues es inconcebible que un Dios tal como es concebido por las religiones permanezca oculto y ausente del universo que en él tiene su fundamento.

            En consecuencia tiene mayor racionalidad el admitir la posibilidad de hechos denominados milagrosos que su negación, si se parte de la idea de la existencia de Dios y mucho más si se trata del Dios cristiano.

 1.- La Virgen de Guadalupe y el misterio de sus ojos.

2.-La devoción a la Virgen de Guadalupe.

 1.-LA VIRGEN DE GUADALUPE Y EL MISTERIO DE SUS OJOS.

 1.-La historia del fenómeno

Patrona de México y Emperatriz de América, su festividad se celebra el 12 de diciembre.

 Su Historia es tomada del escrito del indio Nican Mophua del siglo XVI:

  Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a clase de catecismo y a la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó que le llamaban de arriba del cerro diciendo: «Juanito, Juan Dieguito».

            Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: «Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y manifiéstale que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo. Ten seguro que te agradeceré bien y te lo pagaré. Vas a merecer que yo te recompense el trabajo y fatiga con que procures hacer lo que te encomiendo».

            Él se arrodilló y le dijo: «Señora mía, voy corriendo a cumplir lo que me has mandado. Yo soy tu humilde siervo». Y se fue de prisa a la ciudad y camino al Palacio del Obispo, que era Fray Juan de Zumárraga, religioso franciscano.

            Cuando el obispo oyó lo que le decía el indiecito Juan Diego, no le creyó. Solamente le dijo: «Otro día vendrás y te oiré despacio».

            Juan Diego se volvió muy triste porque no había logrado que se realizara su mensaje. Se fue derecho a la cumbre del cerro y encontró allí a la Señora del Cielo que le estaba aguardando. Al verla se arrodilló delante de Ella y le dijo: «Señora, la más pequeña de mis hijas, niña mía, expuse tu mensaje al obispo, pero no me creyó. Comprendí, por la respuesta que me dio, que pensó, quizás que es una invención mía que tú quieres que te hagan aquí un templo. Por lo cual te ruego que le encargues a alguno de los principales que le lleve tu mensaje para que le crean, porque yo soy un pobre hombrecillo, el último de todos. Perdóname que te cause esta gran pesadumbre, Señora y Dueña Mía».

            Ella le respondió: «Oye, hijo mío, el más pequeñito, es preciso que tú mismo solicites y ayudes a que se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío, y aún te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo. Dile que yo, en persona, la siempre Virgen María, Madre de Dios, te envía, para hacerle saber mi voluntad: que deben hacer aquí el templo que les pido».

            Pero al día siguiente el obispo tampoco le creyó a Juan Diego y le dijo que era necesaria alguna señal maravillosa para creer que era cierto que lo enviaba la misma Señora del Cielo. Y lo despidió.

 LA IMAGEN CON EL TÍO BERNARDINO.    

El lunes, Juan Diego no volvió al sitio donde se le aparecía nuestra Señora porque su tío Bernardino se puso muy grave y le rogó que fuera a la capital y le llevara un sacerdote para confesarse. Él dio la vuelta por otro lado del Tepeyac para que no lo detuviera la Señora del Cielo, y así poder llegar más pronto a la capital. Mas Ella le salió al encuentro en el camino por donde iba y le dijo: «Ten entendido hijo mío, el más pequeño, que no es tan importante lo que te asusta y aflige. No se entristezca tu corazón ni te llenes de angustia. ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿Acaso no soy tu ayuda y protección? No te aflijas por la enfermedad de tu tío, que en este momento ha quedado sano. Sube ahora a la cumbre del cerro y hallarás distintas flores. Córtalas y tráelas».

            Juan Diego subió a la cumbre del cerro y se asombró muchísimo al ver tantas y exquisitas rosas de Castilla, siendo aquel un tiempo de mucho hielo en el que no aparece rosa alguna por allí, y menos en esos pedregales. Llenó su poncho o larga ruana blanca con todas aquellas bellísimas rosas y se presentó a la Señora del Cielo.

            Ella le dijo: «Hijo mío, esta es la prueba que llevarás de parte mía al obispo. Te considero mi embajador, muy digno de confianza. Ahora te ordeno que sólo delante del obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás todo lo que viste y admiraste para que logres que el prelado construya el templo que he pedido».

Juan Diego se puso en camino, ya contento y seguro de salir bien. Al llegar a la presencia del obispo le dijo: «Señor, hice lo que me mandaste hacer: Pedí a la Señora del Cielo una señal. Ella aceptó. Me despachó a la cumbre del cerro, y me mandó cortar allá unas rosas y me dijo que te las trajera. Así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides, y cumplas su voluntad. Helas aquí».

            Desenvolvió luego su blanca manta, y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la Virgen María, Madre de Dios, tal cual se venera hoy en el templo de Guadalupe en Tepeyac. Luego que la vieron, el Obispo y todos los que allí estaban, se arrodillaron llenos de admiración. El prelado desató del cuello de Juan Diego la manta en que se dibujó y apareció la Señora del Cielo y la llevó con gran devoción al altar de su capilla. Con lágrimas de tristeza oró y pidió perdón por no haber aceptado antes el mandato de la Virgen.

            La ciudad entera se conmovió, y venían a ver y admirar la devota imagen y a hacerle oración; y le pusieron por nombre la Virgen de Guadalupe, según el deseo de Nuestra Señora. Juan Diego pidió permiso para ir a ver a su tío Bernardino, que estaba muy grave. El obispo le envió un grupo de personas para acompañarlo. Al llegar vieron a su tío estaba muy contento y que nada le dolía. Y vinieron a saber que había quedado instantáneamente curado en el momento en que la Santísima Virgen dijo a Juan Diego: «No te aflijas por la enfermedad de tu tío, que en este momento ha quedado sano».

El obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora del Cielo. La ciudad entera desfilaba para admirar y venerar la Sagrada Imagen, maravillados todos de que hubiera aparecido por milagro divino; porque ninguna persona de este mundo pintó su preciosa imagen.

Archivo:Virgen de guadalupe1.jpg

 1.-Descripción de la Imagen.

 La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó impresa en un tosco tejido hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los indios para acarrear cosas y no de una tilma, que usualmente era de tejido más fino de algodón. La trama del ayate es tan burda y sencilla, que se puede ver claramente a través de ella, y la fibra del maguey es un material tan inadecuado que ningún pintor lo hubiera escogido para pintar sobre él.

            La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es una maravillosa síntesis cultural, una obra maestra que presentó la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los indios mexicanos. Es imposible de describir aquí la rica y complicada simbología que contiene este cuadro-códice porque cada detalle de color y de forma es portador de un mensaje teológico.

            El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipación, pues en aquel momento todavía no habían mestizos de esa edad en México.

María asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores.

            El cuadro que se conserva en la moderna Basílica del Tepeyac mide aproximadamente 66 pulgadas de alto y 41 pulgadas de ancho y la imagen de la Virgen ocupa unas 56 pulgadas del mismo. La Virgen está de pie y su rostro se inclina delicadamente recordando un poco las tradicionales «Inmaculadas». Esta oportuna inclinación evita que el empate que une las dos piezas del tejido caiga dentro de la faz de la Virgen.

            El manto azul salpicado de estrellas es la «Tilma de Turquesa» con que se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la importancia del portador. Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ésta es su aurora.

            Esta joven doncella mexicana está embarazada de pocos meses, así lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de este y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del vientre. Su pie está apoyado sobre una luna negra, (símbolo del mal para los mexicanos) y el ángel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila.

            La Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo amor de Madre.

            Con la prodigiosa impresión en el ayate comenzaba un nuevo mundo, la aurora del sexto sol que esperaban los mexicanos. El cuadro de la Virgen de Guadalupe estuvo 116 años expuesto a las inclemencias del ambiente, sin protección alguna contra el polvo, la humedad, el calor, el humo de las velas y el continuo roce de miles y miles de objetos que fueron tocados a la venerada imagen, además del constante contacto de manos y besos de innumerables peregrinos.

            Se ha comprobado que el tejido de maguey es de muy fácil descomposición; cualquier tejido de esta fibra vegetal no puede conservarse más allá de veinte años y sin embargo el ayate de Juan Diego ha resistido mucho más de cuatro siglos en perfecto estado de conservación.

 1.-3.-Los Papas y la Virgen de Guadalupe

 Pío X proclamó a Nuestra Señora de Guadalupe «Patrona de toda la América Latina»; Pío XI, de «Patrona de todas las Américas»; Pío XII la llamó «Emperatriz de las Américas»; y Juan XXIII, «La misionera celeste del Nuevo Mundo» y «la Madre de las Américas». En la gran basílica Juan Pablo II beatificó al indio Juan Diego el 6 de mayo de 1990.

            En sus cuatro visitas a México, Juan Pablo II ha visitado el Tepeyac y honrado con profundo amor filial a la Virgen de Guadalupe a quien ha encomendado el continente Americano y su nueva evangelización

Ayates, un tesoro escondido de San Pedro Benito Juárez.

TELA DE AYATE MEXICANO.

1.-4.-El Fenómeno de la Tela.

 Lo primero que llama la atención de los expertos en textiles es que esta manta se haya podido conservar durante siglos, expuesta al polvo, al calor y a la humedad, sin que se haya deshilachado ni desteñido su bella policromía. Siempre estuvo así expuesta a todo, y sólo desde hace unos años la cubrieron con un vidrio.

            La tela está hecha en una fibra de ayate mexicano que, por su naturaleza, se descompone por putrefacción dentro de veinte años. Así ha sucedido con varias reproducciones de la imagen que se han fabricado con este mismo tejido. Sin embargo este lienzo lleva cuatrocientos cincuenta años, desde el tiempo de Hernán Cortés, sin desgarrarse ni descomponerse. Por causas ininteligibles a los expertos, es refractaria a la humedad y al polvo.

 1.-5.-El Fenómeno de la Imagen.

 La pintura que cubre la tela es otro misterio. El sabio alemán Kuhn, premio Nobel en Química, ha estudiado esta pintura, y su respuesta dejó atónitos a los oyentes: «Estos colorantes no son ni minerales, ni vegetales, ni animales». No han podido explicar el origen de los pigmentos que dan color a la imagen, ni la forma en que ésta fue pintada.

            Se podría pensar que la tela ha resistido tanto porque la habrían encolado y preparado de manera especial como a otras pinturas famosas, para que tuviera gran resistencia. Pero el Señor Callaga, del instituto espacial NASA, de Estados Unidos, la ha estudiado con aparatos de rayos infrarrojos y ha descubierto que la tela no tiene ningún engomado ni preservativos, y que no se puede explicar cómo esa imagen ha resistido cuatro siglos en un lienzo tan ordinario. Con estos rayos infrarrojos se ha descubierto que la imagen no tiene esbozos previos -como se ve en los cuadros de Rubens y Tiziano-, sino que fue plasmada directamente, tal cual se la ve, sin tanteos ni rectificaciones.

            La imagen no tiene pinceladas. La técnica empleada es desconocida en la historia de la pintura. Es incomprensible e irrepetible.

 1.-6.-El Fenómeno de las Pupilas.

  Un famoso oculista, Lauvvoignet, examinó con un poderoso lente la pupila de la Virgen, y observó, maravillado, que en el iris se ve reflejada la imagen de un hombre. Esto fue el principio de una investigación que condujo a los más inesperados descubrimientos.

            Por medio de la digitalización se observa en la pupila de una fotografía todo lo que la persona estaba mirando en el momento de tomarse la foto. El Dr. Tosnman, especializado en digitalización, le ha tomado fotografías a la pupila de la Virgen de Guadalupe. Después de ampliarlas miles de veces, logró captar detalles imposibles de ser captados a simple vista. ¡Ha descubierto lo que la Virgen miraba en el momento de formarse la imagen en la tilma de Juan Diego!

            Los detalles que aparecen en las fotografías de la pupila de la Virgen de Guadalupe son: un indio en el acto de desplegar su ruana ante un religioso; un franciscano en cuyo rostro se ve deslizarse una lágrima; un hombre con la mano sobre la barba en señal de admiración; otro indio en actitud de rezar; unos niños y varios religiosos franciscanos más. O sea, todas las personas que según la historia de la Virgen de Guadalupe, escrita hace varios siglos, estaban presentes en el momento en que apareció la sagrada imagen.

            Lo que es radicalmente imposible es que en un espacio tan pequeño, como la córnea de un ojo situado en una imagen de tamaño natural, aún el más experto miniaturista lograra pintar todas esas imágenes que ha sido necesario ampliar dos mil veces para poderlas advertir.

            La ciencia moderna se queda sin explicaciones ante las maravillas de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Es una realidad irrepetible. Sobrepasa todas las posibilidades naturales, por lo que se puede decir que estamos ante un hecho sobrenatural.

            Una tilma que no se corrompe. Unos colores que no fueron pintados. Una pupila que contiene toda la escena y todas las personas del momento del milagro. Estamos ante una imagen que ni el tiempo ni los atentados de hombres han podido vencer.

            (  Cf. Copyright 2001. BIBLIOTECA ELECTRÓNICA CRISTIANA -BEC- VE MULTIMEDIOS™. La versión electrónica de este documento ha sido realizada por VE MULTIMEDIOS – VIDA Y ESPIRITUALIDAD con autorización del autor. Todos los derechos reservados. La -BEC- está protegida por las leyes de derechos de autor nacionales e internacionales que prescriben parámetros para su uso. Hecho el depósito legal.)

CAPILLA DEL CERRITO DE LA VIRGEN DE GUADALUPE.

2.-LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE.

 No hay duda que a cualquier parte donde emigra el mexicano lleva consigo a la  Virgen  de  Guadalupe . Donde quiera que se establezca, allí impone su arraigada devoción hacia la  Virgen  Morena y su tradicional fiesta de honrarla cada 12 de diciembre.

Para el mexicano la  Virgen  de  Guadalupe  es más que un icono de fe y devoción, es parte integral de su historia y de su identidad.

            «La influencia [de la  Virgen  de  Guadalupe ] en la cultura e historia de México comienza a partir de allí«, dice Susan Fitzpatrick-Behrens, profesora de historia de la Universidad del Estado de California en Northridge, con especialidad en el tema de religión en Latinoamérica.

            La influencia de la  Virgen  se ve en acontecimientos sociopolíticos del país azteca. Bajo su imagen, en 1810, el cura Miguel Hidalgo y Costilla dio el grito independentista de ese país y, como afirma Fitzpatrick-Behrens, unificó a todo un país conformado por indígenas, mestizos y criollos, dándole una sola identidad como nación:

            A tal punto que hasta un liberal tan notorio como don Ignacio Manuel Altamirano llegó a decir : «El día en que no se adore a la Virgen del Tepeyac en esta tierra, es seguro que habrá desaparecido no sólo la nacionalidad mejicana, sino hasta el recuerdo de los moradores de la Méjico actual».

Basílica de la Virgen de Guadalupe recibe a más de 10 millones de ...

MÁS DE SEIS MILLONES DE PERSONAS EN GUADALUPE.

 La Virgen de Guadalupe es:

 Patrona de la Ciudad de México (1737)

Patrona de México (1895)

Patrona de América Latina (1945)

 Patrona de los estudiantes del Perú (1951) por el papa Pío XII

 Reina de México y emperatriz de América (papa Juan Pablo II, en el año 2000).

            La basílica Nuestra Señora de Guadalupe es el segundo santuario cristiano más visitado del mundo (después de la Basílica de San Pedro en el Vaticano), más que el santuario de la Virgen de Lourdes y de Fátima, con más de 14 millones de visitantes todo el año en innumerables peregrinaciones desde todas las partes del país.

            La primera ermita del Tepeyac se construye a fines de 1531, mas tarde se levantaron otros templos al pie del cerro, hasta construirse en 1976, la actual Basílica de Guadalupe, en la que caben 40000 personas, esta basílica es de forma circular, está hecha de mármol, tiene un órgano monumental y cuenta con siete puertas frontales.

             Las banderas de todos los países del continente americano ondean permanentemente, en el lugar mismo donde la Virgen se le apareció a Juan Diego permanece la modesta Capilla del Cerrito, que data de 1740, a un lado de la basílica se localiza la Capilla del Pocito, que se terminó de construir en 1791, y cuya fachada está revestida de tezontle y mosaicos azules v blancos, una multitud procedente de todos los rincones de México se dirige en procesión a la basílica año tras año llegando a contabilizarse hasta 6 millones de personas.

            Se puede afirmar por ello que : el milagro de la Virgen de Guadalupe se perpetua a través de los siglos en las manifestaciones de fe del pueblo mejicano.

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